¿Eres amante de los gatos? Tenemos el destino ideal para ti: la isla de los gatos en Japón. Sí, has leído bien. Se trata de un lugar en el que mientras el número de ciudadanos descendía, el número de gatos aumentaba. Por lo tanto, lo que podía significar el abandono total de un rincón del país asiático, se ha convertido en un destino turístico que cada vez tiene más éxito.
La isla de los gatos en Japón
Aoshima es una pequeña isla de pescadores al sur del país, en la prefectura de Ehime. Su peculiaridad reside en que también se la conoce por ”La isla de los gatos”. Esto se debe al alto número de felinos que habita allí. Son tantos que superan a los residentes humanos por un ratio de 6:1.
Historia de la isla
“La isla de los gatos” tenía cerca de 900 habitantes tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. Ahora, cabe destacar que actualmente residen en ella personas mayores que decidieron no marcharse tras el acontecimiento bélico. Según diarios locales, no llegan a ser 20.
Asimismo, nunca se ha llegado a concretar el número exacto de gatos que habitan en la pequeña isla, pero sí se sabe que han llegado a ser más de cien.

¿Cómo llegaron los animales al lugar?
Por otra parte, si hay algo que se conoce es cómo los animales se trasladaron hasta allí. Fue a bordo de los barcos pesqueros que llegan a su puerto, los cuales transportaban gatos para hacer frente a las plagas de ratones que existían en la isla.
Los animales llegaron y acabaron con las plagas, pero tan pronto como el número de ciudadanos comenzó a disminuir, al no controlar nadie la población felina, esta comenzó a reproducirse.
A día de hoy, sus habitantes humanos, que en su mayoría no trabajan dada su avanzada edad, se dedican a alimentar y a cuidar a los felinos. Cabe destacar que la isla cuenta con sus propias zonas habilitadas para dar de comer a los animales.
Limitadas posibilidades turísticas
A pesar de ser un punto turístico imprescindible para “los locos de los gatos”, el plan en este lugar se aleja mucho de pasar la noche rodeado de mininos. Esto se debe a que la isla no tiene ninguna tienda. Tampoco hoteles ni restaurantes. Es más, en sus calles ni siquiera pueden verse máquinas expendedoras.
En realidad, la isla de los gatos en Japón solo cuenta con un ferry, que acude a este lugar dos veces al día. Además, limita su número de pasajeros a un máximo de 34.
Situación de los animales en la isla
En esta isla japonesa, el clima es cálido, los gatos pueden campar a sus anchas y, además, tienen suficiente comida. Ahora, existe una preocupación desde hace algún tiempo en el lugar, ya que la isla está a un paso de convertirse en “La isla de los gatos obesos”. Esto se debe no solo a que sus residentes los alimentan a diario, sino que además, los turistas que van a la isla también les dan comida.
Este hecho provoca que los gatos estén cogiendo peso a la velocidad de la luz. Su ritmo de vida es muy activo y antes esta situación se veía compensada porque los gatos vivían de lo que podían encontrar por las calles de la isla o por alimentos que los ciudadanos les ofrecían de una forma regulada. Sin embargo, al convertirse en las estrellas de este pequeño rincón de Japón, podría existir un problema de sobrepeso. Por todo lo anterior, se recomienda a los turistas que se limiten a la hora de ofrecerles comida.
Más de una isla felina
Si hay un dato destacable dentro de este artículo, es que el país nipón contiene una docena de islas en las que el número de felinos supera con creces al de residentes.
Entre las más famosas está Enoshima, la más cercana a Tokio; y Okishima, una pequeña isla de pescadores. También Muzukijima o la pequeña Aijima. Esta última es la más fácil de visitar gracias al “tren bala”.
El misterio de la isla de Umashima
Por otro lado, es importante destacar que hasta el 2014, en la isla japonesa de Umashima había más gatos que personas: noventa felinos frente a treinta humanos. Pero, desde entonces, todo ha cambiado. Según las organizaciones de bienestar animal, a partir de ese año los gatos de esta pequeña isla, situada a 10 kilómetros de la ciudad de Kitakyushu (suroeste de Japón), comenzaron a morirse a un ritmo alarmante. Por ejemplo, en el año 2019 quedaban aproximadamente 30 animales.
Las autoridades parecen estar ahora a punto de resolver un misterio que, según los indicios, podría tener que ver con un caso de envenenamiento masivo.

Intoxicación de los animales
Las sospechas de intoxicación comenzaron cuando los pobladores de Umashima encontraron en varias zonas de la isla, incluyendo tierras de cultivo, trozos de pescado con una misteriosa sustancia azul. También hablaban de haber visto gatos callejeros con insuficiencias físicas evidentes.
En los últimos años, los gatos pasaban de estar perfectamente sanos a comenzar a soltar espuma por la boca y desvanecerse. Según un artículo del periódico japonés Mainichi Shimbun, en 2017 fueron hallados cinco animales cerca del puerto. Los que no agonizaban era porque ya estaban muertos.
Quejas desde el 2014
En el año 2014, tras escuchar muchas quejas por el olor y las molestias, una fundación basada en los derechos de los animales castró a 79 de los 90 gatos de Umashima. Ahora, esta operación no era suficiente para explicar la enorme caída de la población felina.
El misterio pareció resolverse cuando las muertes empezaron a atraer el interés de los medios de comunicación. Fue entonces cuando la cadena de televisión japonesa RKB entrevistó a un hombre que aseguraba haber dejado peces contaminados con un químico agrícola en sus cultivos de patatas. Se justificó diciendo que había llevado a cabo esta acción para evitar que los cuervos arruinaran su cosecha.
Ahora, miembros de protectoras de animales afirmaron que no hay muchos cuervos en Umashima y que la comida encontrada en los campos estaba claramente destinada a los gatos.
Planes de los animalistas
Al parecer, los activistas han llegado a considerar la posibilidad de evacuar a los felinos que quedan en el lugar. El objetivo es sacarlos de Umashima hasta que sea posible garantizar su seguridad en la isla.
Mientras tanto, entre la población local hay indignación por la posibilidad de que todo haya sido una agresión deliberada contra los gatos.