Un gato, al igual que cualquier otro animal, no puede estar varios días sin comer. Si esta situación se prolonga demasiado tiempo puede tener consecuencias negativas y desencadenar enfermedades que podrían provocar la muerte del felino. Pero ¿qué hago si mi gato no come?
¿Por qué mi gato no come?
Motivos internos
Los gatos no aceptan de buenas a primeras un cambio en la alimentación, sobre todo si se ha hecho de forma muy brusca. Se aconseja que cualquier cambio en la dieta se haga de forma paulatina y siguiendo las indicaciones del veterinario si esta debe hacerse a causa de una enfermedad hepática, problema renal u otra enfermedad. Los felinos, además, se caracterizan por ser animales exigentes en lo que a la alimentación se refiere, por lo que no es extraño que haya marcas que no le gusten y rechace.
También se han dado casos de gatos que reaccionan muy mal a uno o varios cambios en casa. Un mueble nuevo, una redistribución de las habitaciones, un cambio de casa, un compañero nuevo de piso… Cualquier cambio, ya sea pequeño o grande, puede alterar el comportamiento del gato. Y uno de estos comportamientos es que se esconda en un sitio que él considere seguro y no coma.
Otro cambio que puede generar estrés al felino y cambios de comportamiento es la llegada de una nueva mascota, especialmente un perro o un gato. Este proceso también tiene que hacerse de una forma cuidadosa y lenta para evitar peleas entre ambos animales y estrés.
También hay casos en los que un gato puede sufrir depresión provocada por un cambio muy brusco, como la separación o muerte de otra mascota con la que compartía juegos y su día a día o algún miembro de la familia.

Motivos externos
Si el gato no come y no es a causa de un motivo interno, puede que el problema sea más grave y habrá que descubrir la razón cuanto antes. Los problemas dentales, por ejemplo, suelen ser muy comunes. Si el felino tiene piezas en mal estado a causa de la edad o por alguna infección, probablemente sienta dolor al masticar, por lo que comerá menos o dejará de comer. Incluso puede pasar que intente tragarse la comida sin masticarla antes, lo cual puede provocarle vómitos o problemas intestinales.
Una intoxicación o envenenamiento también puede provocar la pérdida de apetito en el gato. Este problema surge cuando ha ingerido algún alimento inapropiado o un objeto que no puede digerir. Recomendamos tener especial cuidado con las plantas de interior que pueden ser tóxicas para ellos y las de exterior si el gato tiene acceso a ellas.
También hay numerosas enfermedades que pueden hacer que el gato no coma, muchas de ellas relacionadas con el aparato digestivo u órganos y funciones biológicas. Es muy importante detectar una enfermedad a tiempo, especialmente si es la leucemia felina o la peritonitis.
Después hay otras causas que pueden hacer que el gato no tenga hambre, como bolas de pelo en el estómago, que pueden ocluir el aparato digestivo; el celo, que puede alterar el comportamiento de una gata; o la edad, que le hace perder la capacidad de oler y los alimentos le resultan menos apetecibles.
¿Qué hago si mi gato no come?
Una vez descartadas las causas internas, aconsejamos acudir cuanto antes al veterinario para que detecte la causa externa y se pueda actuar cuanto antes. Este es el primer consejo y también el más importante, sobre todo si lleva 24 horas sin comer.
Si el gato está sano y, simplemente, no quiere comer por un motivo interno, habrá que buscar estrategias. Darle la comida tibia en vez de fría puede ser la manera de hacer que el gato coma. Aunque sea gato doméstico, su naturaleza de cazador salvaje le hace preferir, en muchas ocasiones, un alimento que parezca recién cazado. Y este, obviamente, estará a una temperatura ambiente.
También se puede intentar mezclar comida de lata con comida casera para hacer el plato mucho más apetecible para él. Eso sí, hay que asegurarse de que los alimentos que se mezclen con su comida sean aptos para él y estén en buenas condiciones.
Otro consejo es colocar varios comederos por la casa con pequeñas cantidades de comida. Quizá el lugar en el que estaba inicialmente el comedero ha dejado de gustarle o ya no se siente cómodo comiendo allí por el motivo que sea. Un error bastante común es poner la comida muy cerca del arenero o de un lugar que al gato le resulte “sucio” o poco seguro.
Cuando se detecte que el gato come menos o no come, es muy importante actuar rápido, detectar el problema y buscar soluciones. Si no se hace así, pueden haber complicaciones, como una pérdida significativa de masa muscular, hipoglucemia severa o lipidosis hepática.