¿Alguna vez te has preguntado por qué llegan a ser tan distintos entre sí algunos animales que pertenecen a la misma especie? ¿Sabías que el lugar donde tradicionalmente ha vivido un determinado animal influye en el tamaño y la formación de su cuerpo? En este artículo te explicamos qué es la regla de Allen para que puedas obtener la respuesta a estas preguntas.
¿Qué es la regla de Allen?
La regla de Allen es una regla ecogeográfica formulada por Joel Asaph Allen en 1877 que establece que la morfología de los cuerpos de los animales se adapta y es diferente en función del lugar en el que viven (y, en concreto, de la temperatura), aunque se trate del mismo tipo de animal. De esta forma, los animales que se adaptan a climas más fríos tienden a tener extremidades y apéndices corporales más cortos en comparación con los animales que se adaptan a climas más cálidos, que las tienen más largas.

La regla de Allen, por tanto, predice que la proporción entre superficie corporal y volumen de los animales endotérmicos (mamíferos y aves) tiende a variar con la temperatura media en la que se producen (proporciones menores en climas más fríos y mayores en climas más cálidos).
La regla de Allen y su influencia en el tamaño de los animales (y sus extremidades)
Una de las principales explicaciones de la teoría es que los animales endotérmicos de los climas más fríos necesitan ahorrar la mayor cantidad de energía posible en forma de calor, y la disminución de la superficie les ayudaría a evitar la disipación del mismo, por la sencilla razón de que es menos «cantidad» de cuerpo que mantener caliente.
De este modo, los apéndices y extremidades corporales más cortos también ayudan a evitar la pérdida de calor, ya que las extremidades del cuerpo son algunas de las principales partes del cuerpo donde los animales intercambian calor con el medio ambiente, principalmente debido al intercambio de calor con los vasos sanguíneos cercanos a la piel. Por lo tanto, tenerlos más cortos ayuda a disminuir la pérdida de calor… o no tenerlos, directamente, como ocurre en el caso de las focas o pingüinos, que o bien no cuentan con extremidades inferiores, o las tienen extremadamente cortas.
Esto aplica también en sentido inverso, ya que los animales que viven en climas extremadamente cálidos también necesitan regular la temperatura de su cuerpo para mantenerla estable; pero, al contrario que ocurre en el caso anterior, en lugar de necesitar concentrar el calor, lo que les hace falta es disiparlo. Siguiendo el mismo razonamiento, a mayor superficie de cuerpo, menos concentración del calor, por lo que tiene sentido que en estos climas los animales sean más grandes y sus extremidades más largas: piensa, por ejemplo, en el largo cuello de una jirafa o las enormes orejas de un elefante. ¿Será la regla de Allen el motivo por el que en África y en Asia se encuentran la mayoría de los animales más grandes del mundo?

La ciencia que se esconde tras este fenómeno
Uno de los ejemplos más clásicos de la regla de Allen es la correlación entre la longitud de la oreja y la temperatura del aire para las liebres y los zorros. En el caso de estos últimos, podemos ver claramente el ejemplo en las fotos que ilustran el artículo: más arriba en este artículo podíamos ver un zorro ártico (vulpes lagopus) de cuerpo pequeño y compacto y orejas diminutas; y justo encima de este párrafo vemos a un fénec o zorro del desierto (vulpes zerda), cuyas orejas son mucho más grandes en relación a su cuerpo, con el objetivo de irradiar el exceso de calor a través de ellas y poder mantenerse fresco en temperaturas extremas.
¿Y por qué ocurre esto? Algunos estudios científicos explican que el cartílago de algunos seres vivos crece de manera proporcional a la temperatura, como ha podido corroborarse en varios experimentos en los que, al parecer, los ratones sometidos a altas temperaturas durante su vida presentaban colas comparativamente más largas.