Casos reales en los que los perros policía han ayudado más que los humanos

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A día de hoy, es muy común conocer y valorar la labor de los perros policía. Son capaces de cruzar esa línea que limita el trabajo de las personas gracias a su desarrollado olfato, su velocidad de reacción, su disciplina y su valor. Tan solo necesitan un pequeño gesto para empezar a obedecer y trabajar por conseguir su objetivo. La palabra fidelidad siempre la llevan consigo, y así lo demuestran en todas las investigaciones en las que participan. Con el fin de mostrarte hasta donde llega su valía, a lo largo de este artículo vamos a explicarte casos reales en los que los perros policía han ayudado.

Casos reales en los que los perros policía han ayudado

Son muchos los casos reales en los que los perros policía han ayudado. Estos animales son capaces de localizar incluso personas que se encuentran enterradas varios metros bajo tierra. De este modo, su ayuda es imprescindible para buscar el rastro de aquellas que están desaparecidas. También son muy necesarios para encontrar explosivos o inmovilizar a delincuentes. Facilitan el trabajo de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de forma constante. Si no fuera por ellos, muchos sucesos o no se habrían resuelto o hubieran tardado mucho más tiempo en hacerlo, multiplicando, entre otras muchas cosas, el sufrimiento de los afectados.

Caso Marta del Castillo

Perros especialmente adiestrados en el hallazgo de cadáveres en el agua participaron en las labores de búsqueda del cuerpo de la joven sevillana Marta del Castillo. Según el asesino, Miguel Carcaño, este fue arrojado al río Guadalquivir. Los canes estaban tan preparados que eran capaces de detectar signos de putrefacción de un cuerpo dentro del agua.

Caso Diana Quer

Casos reales en los que los perros policía han ayudado

Fue el perro Marley quien marcó que el cuerpo de Diana Quer estaba bajo la losa del pozo, situado dentro de la nave de Asados. Esto hecho tuvo lugar una vez que el único procesado, José Enrique Abuín, alias «El Chicle», confesase que la joven se encontraba en estas instalaciones. Así lo corroboró en el juicio el guía canino Juan Manuel Sánchez, que participó en el hallazgo del cadáver de la joven en 2017.

Asimismo, explicó que pese a que la investigación estaba centrada en la zona de Asados desde agosto de 2017 y que incluso se había procedido a un rastreo a sesenta metros de la nave, no se accedió a la misma porque no se encontraron en ella signos de manipulación.

Varias versiones de los hechos

Igualmente, informó de que la primera declaración del acusado, José Enrique Abuín, tras ser detenido el 29 de diciembre, derivó la búsqueda a otros rincones. La razón fue que «El Chicle» dio varias versiones de los hechos. Entre ellas se encontraba un atropello violento y un enterramiento del cadáver en un polígono de Barbanza. Esto provocó que las unidades se trasladasen a esos lugares sin lograr resultado alguno. De esta forma, no fue hasta el 31 de diciembre cuando el asesino concretó el verdadero paradero de Diana.

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Además del pozo, Marley, por aquel entonces perro rastreador del servicio cinológico de la Guardia Civil en El Pardo (Madrid), que detectaba sangre, semen o cualquier otro resto biológico, marcó otro punto dentro de la nave, concretamente en la parte de atrás.

Asesinato de Andreu Coll

El empresario Andreu Coll fue asesinado por su hijo y un amigo. Elton, perro perteneciente a la Guardia Civil, no tardó en indicar que la casa familiar fue la escena del crimen. En ella entró y marcó numerosas localizaciones en las que se hallaron restos de sangre. A pesar de no ser visibles a simple vista, ya que los asesinos limpiaron a conciencia cada rincón del hogar, Elton pudo localizarlas y desmontar así la coartada de los criminales. Estos habían asegurado que se encontraban en la vivienda en la noche en la que tuvo lugar el suceso, pero que no habían visto ni escuchado nada raro.

Caso de Laura Luelmo

Casos reales en los que los perros policía han ayudado

Marley y Athor fueron los primeros en llegar a Las Mimbreras. Se trataba del paraje de eucaliptos y matorrales de jara en el que un voluntario que participaba en la búsqueda halló el cuerpo de Laura Luelmo, la profesora de 26 años que fue violada y asesinada en El Campillo (Huelva) en diciembre de 2018 por Bernardo Montoya.

Desde ese momento su trabajo fue incansable. Mañana, tarde y noche, entraban y salían de su coche guiados por sus entrenadores. Rastreaban campos, fincas, la casa del asesino confeso, su coche y el coche de la víctima. También la calle, el lugar en el que Montoya dijo que había dejado las pertenencias de la mujer (cerca del cementerio de El Campillo), el margen de la carretera N-435 donde aseguró haber arrojado la manta en la que envolvió el cuerpo de la chica, la propia manta… Todo. Los animales, en cada punto sospechoso, se detenían en seco, clavándose como auténticas estatuas ante cualquier resto de sangre. De este modo ofrecían pistas que dieran con el cuerpo de la joven, que fue hallado cinco días más tarde de su desaparición.

Cinco militares fallecidos en una explosión

Ya hemos hablado anteriormente de Elton, pero su labor no solo se basa en un caso concreto, sino que mientras vivió, participó en más de cuarenta casos anuales. Entre sus primeras misiones estuvo la búsqueda de los cuerpos de cinco militares que habían salido despedidos tras una explosión.

El suceso tuvo lugar en el Centro de Excelencia contra Artefactos Explosivos Improvisados y Centro Internacional de Desminado de Hoyo de Manzanares, en Madrid. Además de la muerte de cinco militares, de la explosión resultaron tres personas heridas. Quienes perdieron su vida se encontraban en un ejercicio de adiestramiento para realizar un relevo en Líbano con el fin de desactivar explosivos.

Descuartizador de Mahadahonda

Casos reales en los que los perros policía han ayudado

Fue en septiembre de 2017 cuando un perro policía marcó la presencia de gran cantidad de restos biológicos humanos en un sótano. En este lugar se encontraba la trituradora con la que el llamado descuartizador de Mahadahonda presuntamente destrozó los cuerpos de sus víctimas.

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Así se detallaron los hechos en una sesión de la vista oral que se celebró en la Audiencia Provincial de Madrid contra Bruno Hernández, de 34 años. Fue acusado de los asesinatos de su tía Liria y su inquilina Adriana, además de un delito de falsedad documental, otro de estafa y otro de tenencia ilícita de armas.

La labor del perro de la Guardia Civil

Un agente de la Guardia Civil fue el encargado de explicar que, en un segundo registro de la vivienda de Majadahonda, acudió con un perro adiestrado en detección de restos biológicos humanos. El animal hizo un marcaje claro en el sótano de la vivienda de una presencia abundante de restos humanos. De este modo, el can los localizó en las paredes y en el suelo. También encontró muestras grandes, como un charco y un arrastre en una zona concreta de la estancia. Asimismo, halló una picadora industrial con la que se piensa que el acusado trituró a su tía Liria, desaparecida en 2010, y a su inquilina Adriana, desaparecida en 2015.

Los restos de ambas se buscaron, infructuosamente, a lo largo de seis meses en el vertedero de Pinto. La razón fue que un testigo declaró haber visto a un hombre cerca de la vivienda de Majadahonda repartiendo bolsas grandes de basura en diferentes contenedores.

Caso de Gabriel Cruz

Otro de los casos reales en los que los perros policía han ayudado fue el de Gabriel Cruz. El 27 de febrero de 2018, el pequeño de 8 años desapareció en la localidad almeriense de Las Hortichuelas cuando se dirigía desde la casa de su abuela a la de unos familiares, separadas por, aproximadamente, cien metros. Por ello, se organizó un dispositivo de búsqueda que duró doce días. En él participaron más de 5.000 efectivos.

El hallazgo del cuerpo sin vida del menor se produjo el 11 de marzo en el maletero del vehículo de Ana Julia Quezada, que por entonces era pareja del padre del menor. Previamente, la autora confesa del crimen había desenterrado el cuerpo del niño en una finca situada en Rodalquilar, propiedad de la familia paterna. Fue un can de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad quien avisó a sus compañeros de uniforme de este hecho. Es más, en este lugar fue donde se produjo el asesinato el mismo día de la desaparición. Después, Quezada introdujo en el vehículo el cadáver del niño y se dirigió a su vivienda de La Puebla de Vícar. Frente a la puerta del garaje de esta casa fue detenida por la Guardia Civil, que le venía siguiendo desde tiempo atrás. Dos días más tarde la acusada confesó los hechos.

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