El gato romano, al que también se le llama gato común europeo, es una raza de felino que se originó en Europa y desciende, probablemente, del gato montés africano. Este felino se caracteriza por ser muy receloso con los desconocidos, pero muy fiel y cariñoso con su dueño. El gato común europeo no fue reconocido como raza sino hasta 1983 por la Federación Internacional Felina.
Orígenes del gato romano
Se cree que el gato romano es descendiente del gato montés o felis silvestirs lybica, que habita en Asia y África. Estos gatos se habrían cruzado con el gato de la jungla dando origen al antepasado del gato común europeo. Según la tradición histórica, los ejemplares de esta nueva especie se acercaron a las legiones romanas que acampaban en los desiertos africanos; los romanos los acogieron para la caza de ratones y otros roedores que ponían en peligro la comida de las legiones. Pronto, estos gatos comenzaron a viajar con los romanos y fue así como llegaron a Europa. Una vez en las costas mediterráneas, estos gatos se cruzaron con otras razas típicas de la región hasta dar origen del gato romano como lo conocemos hoy en día.
Gracias a estos cruces y a los viajes que realizaban con los romanos, esta raza se extendió por el continente. Siglos después, fueron los españoles los que llevaron al gato romano a los territorios de América.

Características del gato común europeo
Se cree que gracias a sus orígenes, el gato romano es capaz de adaptarse fácilmente a los cambios y ambientes nuevos; aunque es muy fiel a su dueño y muy cariñoso con él, es capaz de valerse por sí mismo pues es un excelente cazador y posee una gran fortaleza física. Los ejemplares de esta raza pueden ser de tamaño mediano o grande y están dotados de un cuerpo musculoso, largo y corpulento, siendo el pecho bastante ancho y desarrollado. El gato romano suele pesar 3,5 kg, pero hay ejemplares que alcanzan los 8 kg. Gracias a su carácter y su nivel de actividad, el gato romano es capaz de mantenerse en su peso y no es una mascota propensa al sobrepeso, a menos que no practique ningún tipo de actividad y viva siempre en interiores.
La cabeza de esta raza de gato es grande, redonda y ancha en la zona de los pómulos; la cabeza va en armonía con el cuerpo del animal. Destacan sus ojos, grandes, oblícuos y redondos, muy expresivos y cuyo color varía en función del pelaje del gato; es posible encontrar gatos con los ojos azules, verdes o amarillos, pero el verde es el más común, aunque también hay especímenes con un ojo de cada color. Las orejas son medianas, separadas entre sí y son rectas y redondas en el extremo. Además, cuenta con una cola que se caracteriza por ser gruesa en la base, pero fina hacia la punta.
Pelaje
El mayor distintivo físico del gato común europeo es su pelaje. Este es corto, suave, fino y muy brillante. Es una mascota ideal pues no requiere grandes cuidados en este sentido. Dentro de los tipos de pelaje que puede tener este gato encontramos:
- Atigrado, romano o tabby, con tres rayas oscuras que se extienden a lo largo de la línea dorsal; en los costados puede tener una mancha en forma de concha. Los ejemplares con este tipo de pelaje son de color gris con negro o naranja mezclado con blanco
- Bicolor, una mezcla de dos colores: blanco y negro o naranja y blanco
- Tricolor, mezclando tres colores: blanco, naranja y negro. Generalmente los ejemplares de este color son hembras; si nace algún macho tricolor, este suele ser estéril.
- Monocolor, que presentan un pelaje uniforme: blanco, negro o naranja
Carácter del gato romano
El gato común europeo es un excelente cazador, además, es muy inteligente, independiente y es muy astuto. Por otra parte, esta raza es capaz de adaptarse fácilmente a los cambios, nuevos entornos y condiciones de vida. Pese a que disfrute de su independencia, el gato romano es muy cariñoso con su dueño, pero desconfiado y receloso de los extraños. Sus habilidades como cazador pueden hacer que el gato desaparezca por las noches para buscar presas.

Los gatos de esta raza son muy juguetones y activos, tienen muchísima energía y necesitan estar siempre en constante movimiento, esto los convierte en mascotas ideales para convivir con niños. Además, son muy aseados.
Salud y cuidados
El gato romano es una raza que no requiere de muchos cuidados estéticos. Como ya adelantábamos, su pelaje es corto y el animal es, por naturaleza, muy aseado. Por otra parte, pese a ser un animal muy activo y que, en general, no tiene tendencia al sobrepeso, es importante mantenerlos siempre activos y haciendo ejercicio; particularmente si la mascota vive en interiores.
Esta raza de gatos cuenta con un sistema inmunológico muy fuerte que no solo le permite adaptarse fácilmente a los cambios sino que también hace que tenga una salud bastante buena. ¡Pueden llegar a vivir hasta 16 años!
Los gatos de esta raza no tienen enfermedades propias, pero sí pueden padecer algunas patologías comunes a la especie. Aquí encontramos conjuntivitis, otitis, cataratas, gripe y problemas gastrointestinales.