Hace unas semanas nos llegó la noticia de que en las profundas (y muy oscuras) aguas de Nueva Zelanda habían descubierto al tiburón luminoso más grande del mundo. Mide 1,80 metros de largo y brilla en la oscuridad. ¿Por qué brilla este tiburón? ¿cómo es el brillo que presenta? ¿cuántas especies de tiburón son capaces de emitir luz?
¿Por qué brilla el tiburón luminoso más grande del mundo?
La respuesta es la bioluminiscencia. Este complejo proceso ocurre gracias a la enzima luciferasa que, a través de una reacción química, hace que los organismos vivos produzcan luz. ¿Cómo ocurre el proceso? El oxígeno se encarga de oxidar a una proteína llamada luciferina; por su parte, la luciferasa, que es la enzima que participa en este fenómeno, acelera la reacción y el ATP (adenosín trifosfato) aporta energía para que ocurra la reacción. Así se producen agua y luz, visible particularmente por la noche.
Este proceso, que convierte energía química en lumínica, puede ocurrir a nivel de bacterias, hongos, gusanos, moluscos, cefalópodos y crustáceos, peces, medusas, etcétera. ¿Y para qué el brillo? No solo este tiburón, otras especies presentan esta particular característica para atraer a sus presas o defenderse de los depredadores.

En el caso del tiburón luminoso más grande del mundo, la luz que emite sirve a manera de señuelo para atraer a sus presas y, curiosamente, es una cualidad de los peces que viven en aguas muy profundas. Algunas especies tienen un apéndice colgante desde la cabeza, lo que atrae a los peces pequeños; otras, como el tiburón, utilizan la bioluminiscencia para ocultar su parte inferior y dejan un señuelo a sus presas; estas caen fácilmente. Pero no solo los organismos marinos tienen bioluminiscencia. Un caso muy frecuente es el de las luciérnagas, que la emplean como defensa para espantar a los murciélagos: el brillo de las luciérnagas representa toxicidad y envenenamiento.
Descubriendo al tiburón luminoso más grande del mundo
Ya hemos adelantado que el proceso por el que distintos organismos producen energía lumínica se denomina bioluminiscencia. Sin embargo, en un estudio publicado en Frontiers in Marine Science (Fronteras de las Ciencias Marinas) el caso de los tiburones brillantes es peculiar. Y es que estos tiburones son capaces de producir una luz azul verdosa no solo para atraer a sus presas: lo hacen como contrailuminación, aposematismo y reconocimiento conespecífico.
En los tiburones, la bioluminiscencia se consigue a través de fotóforos que se encuentran dentro de la epidermis. Estos miles de fotóforos se componen de una capa de células pigmentadas que, a su vez, guardan entre 1 y más de 12 fotocitos. Después de este estudio se concluyó, de hecho, que el brillo de los tiburones no se debe a bacterias luminosas, ni se logró encontrar luciferasa ni luciferina en ellos. Así que, prácticamente, sigue siendo todo un misterio la verdadera causa del brillo de estos tiburones.
Gracias a esta investigación se confirma, por primera vez, que tres especies de tiburones, el dalatias licha, el etmopterus lucifer y el etmopterus granulosus, son capaces de producir una luz visible gracias a reacciones químicas. El autor principal del estudio, Jérôme Mallefet, confirmó que estas tres especies brillan con una luz azul-verdosa que se oscurece lentamente. También especificó que, además de cazar a sus presas o protegerse de los depredadores, también lo hacen para reproducirse o cuando nadan en grupo.
Se conocen 540 especies de tiburones hasta el momento y, según Mafellet, 57 de ellas son capaces de producir esta luz gracias a la bioluminiscencia. Todos estas especies habitarían en la zona crepuscular del océano, es decir, a más de 200 metros de profundidad y serían de tamaño pequeño. El investigador recalca la importancia de la bioluminiscencia en estas especies (particularmente a estas profundidades) para estructurar de forma adecuada el ecosistema.
A la caza de tiburones luminosos
Mafellet y su equipo se embarcaron durante un mes en una expedición por las aguas de la costa de Nueva Zelanda. Al principio escanearon el océano en busca de tiburones que fueran capaces de sobrevivir al cambio de presión por la ausencia de vejigas natatorias. Los especímenes vivos fueron depositados en tanques en una habitación totalmente oscura y fría. Aquí, un equipo se encargó de fotografiarlos. Se tomaron muestras diseccionadas de su piel para que los investigadores pudieran estudiar los órganos luminosos de estos tiburones y que, según afirman, parecían pequeñas linternas.
Estos tiburones tienen órganos bioluminiscentes de un color azul verdoso en el vientre. Esto les ayuda a mezclarse con la luz azul de la parte superior y los esconde de los depredadores más grandes. A su vez, iluminan a otras especies más pequeñas como alimento. Curiosamente, Mallefet llama a los tiburones que brillan como «MacGyvers de la luz».
Los estudios de órganos y piel de estos tiburones determinaron que la luz producida en los órganos de estos tiburones no se debe al sistema nervioso, sino a la hormona melatonina, principal encargada de regular esta luz. La melatonina es la encargada de «encender la linterna» de los tiburones: básicamente, activa la bioluminiscencia. En el otro lado de la balanza, hay también hormonas que se encargan de apagarla. Aunque todavía queda mucho por descubrir: todavía no se sabe qué es lo que regula a estas hormonas.

1,80 metros de largo
De las tres especies estudiadas por la expedición, la más destacable es el Dalatias licha, llamado también Carocho y es, curiosamente, el tiburón luminoso más grande del mundo, hasta ahora. Los tiburones Carocho viven entre los 200 y 1000 metros de profundidad del océano. El Carocho tiene el cuerpo largo, delgado, la cabeza pequeña, el hocico bastante corto y achatado; los ojos son grandes y acostumbrados a la penumbra; y las aletas y cola son pequeñas. A pesar de que todo en él es «pequeño», sus medidas son descomunales.
Los dientes superiores son pequeños y con forma de púa. Los inferiores, grandes y en forma de triángulo. Estas temibles fauces le sirven para despedazar a sus presas con facilidad. El tiburón Carocho es gris oscuro o negro, y la gran sorpresa es que el ejemplar encontrado por la expedición mide 1,80 metros. Un récord si se compara con el resto de especies bioluminiscentes que no llegan a medir más de medio metro.
Generalmente pensamos que los tiburones son animales de dimensiones colosales, con mandíbulas enormes. Pero, en realidad, dos terceras partes de las distintas especies de tiburón apenas si alcanzan el metro de largo. Un 20% aproximado logra superar el metro y medio. Y la gran mayoría de los tiburones grandes vive en las profundidades del mar, ahí donde nosotros no podemos llegar nadando ni en broma. Y, entre otras, cosas, no verías nada, pues es una zona totalmente oscura donde no se puede realizar la fotosíntesis, por ejemplo. De ahí que los tiburones bioluminiscentes (y demás especies capaces de brillar) necesiten esta luz para cazar, atraer presas, defenderse, reproducirse, etcétera.
Aunque el estudio se realizó en aguas de Nueva Zelanda, el tiburón Carocho habita las aguas cálidas (siempre a gran profundidad) y puede encontrarse en el norte del Golfo de México, en las Islas Británicas, al oeste y centro del Mediterráneo o en las Azores, por citar algunos ejemplos.