Al igual que en las personas, también existen las enfermedades mentales en gatos. Aunque no se viven de la misma manera, nunca debemos de tomarnos un problema de estas características a la ligera, pues afecta a su salud, y por ello, debemos buscar el modo de que el animal se sienta mejor a pesar de su patología. A lo largo de este artículo profundizaremos sobre este tema para que conozcas la manera de hacerle frente.
Enfermedades mentales en gatos
El estrés, la ansiedad o la depresión son algunas de las enfermedades que se pueden dar en gatos. Obviamente, ellos no pueden hablar con nosotros y explicarnos qué les ocurre, pero tenemos la responsabilidad de observarles y así analizar qué les puede pasar. En el caso de no poder resolver la situación nosotros mismos, siempre será conveniente visitar a un veterinario que nos indique qué está sucediendo teniendo en cuenta el comportamiento del felino. Será la única manera de poder empezar a tratar el problema y encontrar una solución cuanto antes.
Depresión
Aunque aún nos cueste creerlo, los gatos sufren problemas emocionales por distintos motivos. Uno de los más destacados son los cambios. Por ejemplo, una mudanza puede romper con su rutina y hacerles sentir mal. Asimismo, la llegada de un nuevo miembro a la familia, ya sea animal o persona, puede afectarles en exceso. Es más, también pueden darse por componentes genéticos y ambientales, provocando que el felino sienta tristeza de forma constante. De este modo, aparece en los gatos la depresión.
Los síntomas de esta enfermedad mental son muy fáciles de distinguir. Todos ellos están relacionados con la pena: por ello, entre los que más destacan se encuentran dormir durante muchas horas, la apatía, la actitud desganada, la ausencia de afectividad, las conductas miedosas y la falta de ganas de jugar. Si reconoces este tipo de comportamiento en tu mascota, tienes que consultar con un veterinario los cambios para evitar que el gato se siga sintiendo mal.

Remedios ante la depresión
A veces creemos que como estos animales son independientes no necesitan cariño, cuando este último es uno de los grandes remedios ante este tipo de enfermedades. Tiene que saber de forma constante que estamos ahí, que es importante para nosotros y que le valoramos. Hablarle en tono suave, no reñirle, las caricias y los regalos son algunos de los gestos que le ayudarán a sentirse mejor. Si tenemos la oportunidad de que tome un poco el sol, no debemos dudar en hacerlo.
Si la enfermedad es muy severa, el veterinario apostará incluso por darle antidepresivos especiales para animales. Sin embargo, hay que tratar de evitarlo porque puede crearse una dependencia muy fuerte entre el gato y la medicación.
Alopecia psicógena
Quien tiene gatos sabe que un rasgo que les caracteriza es su nerviosismo. Les encanta curiosear e investigar todo lo que tienen a su alrededor. Asimismo, son muy exigentes con aquellos que les cuidan: no aceptan cualquier tipo de comportamiento, sino que siempre quieren lo mejor. Aunque no nos lo parezca, a los felinos no les gusta estar solos y buscan la compañía de otras mascotas o de las personas. Pero ¿qué sucede si no encuentran ese acompañamiento que tan bien les hace sentir? Que se vuelven obsesivo-compulsivos y sufren trastornos de conducta. El aburrimiento de la soledad les provoca ansiedad porque a veces no saben hacerle frente.
De este modo, responden a estas sensaciones de una forma extrema, y una de las respuestas es el acicalamiento propio. Esto significa que se lamen por no saber qué otra cosa hacer. Con esto, el roce constante llega a provocarles calvas en el pelo, sufriendo así alopecia psicógena. Además, padeciendo esta enfermedad es muy común que traguen mucho pelo, lo que les puede ocasionar problemas intestinales.
Epilepsia
La epilepsia es otra de las enfermedades mentales en gatos. Se trata de una disfunción neurológica en el cerebro del animal que tiene multitud de consecuencias graves, como las convulsiones, la micción, la hipersalivación e, incluso, la pérdida de consciencia. Normalmente, antes de que comiencen los espasmos, el animal hiperventila y, a continuación, tiene lugar un ataque de locura transitoria. Esta produce hiperactividad insólita, que a su vez provoca agitación y nerviosismo. Las causas de la epilepsia pueden deberse a un patrón genético hereditario. También a un trastorno físico que aparece por un golpe u otra enfermedad. Es más propia de los perros que de los gatos.

Cuando se producen las convulsiones, debemos evitar llevar a cabo ciertos comportamientos que llegan a ser incluso peores que la enfermedad. No se nos debe ocurrir taparlo, ya que podemos asfixiarlo. Asimismo, en el caso de sujetarle la cabeza le podemos dañar el cuello. Darle la medicación durante un brote también es muy mala opción. ¿Entonces? ¿Qué podemos hacer? Simplemente visitar al veterinario con el fin de que realice un diagnóstico y ponga al animal el tratamiento adecuado teniendo en cuenta en todo momento los resultados que hayan ofrecido las pruebas previamente realizadas.
A pesar de ser una enfermedad que no tiene cura, se puede luchar para que los brotes no sean tan constantes. Si no queremos que su esperanza de vida se reduzca, debemos atenderle como el profesional nos haya indicado. Las terapias son muy diferentes entre sí, pero el mayor consejo es evitar que el animal se sienta muy estresado.
Estrés
Otra de las enfermedades mentales en gatos es el estrés. Aunque nos parezca increíble, los animales también se estresan. El motivo principal son los hechos que rompen con su rutina, aquello que les supone una falta de control sobre ciertas situaciones. Entre ellas se encuentran una visita de una persona desconocida, una reforma, ruidos inesperados o cambios en la comida.
Lo más recomendable para evitar este tipo de circunstancias es preparar en el hogar una zona de seguridad y hacerle ver que está hecha para él exclusivamente. De este modo, cualquier encuentro que tenga lugar después, con otro animal o persona debe desarrollarse en esta «zona de confort». Será la única manera de que sienta que tiene el control. Todos los comportamientos positivos que tenga el felino debemos premiárselos.
Las consecuencias del estrés se manifiestan con pérdida de pelo y de apetito, conductas obsesivas, aumento del nerviosismo y comportamientos agresivos.